martes, 15 de abril de 2008

Había dado por cerrado el tema, pero...

Han ocurrido varias cosas.

  • La primera que, para mi sorpresa, siguen produciéndose comentarios, que agradezco profundamente, tanto los que me dan la razón en todo o parte, como los negativos. Incluso manifiesto mi agradecimiento a quienes me tildan de ignorante. De todo se aprende.
  • La segunda que, como no tengo arreglo, llegó a mi conocimiento la existencia de una aplicación llamada Wubi, y reincidí. Y de esto va a tratar este "post" que no tenía previsto escribir.

Pero antes (y porque me ha escocido) voy a responder a algo que se dice en un comentario reciente. Es esto:

"...yo compro hardware para mi sistema operativo (que es lo que uso para trabajar) no al contrario (no compro un so para mi hardware)..."

Pues verás, amiga/o "anónimo": la tarjeta gráfica que tengo, una ATI Radeon 9550 512 Mb, no es la última maravilla del mundo mundial, ni acaba de salir al mercado; tampoco la compré "para mi sistema operativo", sino que fue la única tarjeta AGP que encontré en las tiendas de los alrededores cuando se me quemó la placa instalada de fábrica con el equipo, y me había quedado sin poder trabajar. Y en Linux...

Ya lo decía otro comentario: conseguir que una tarjeta ATI (cualquier tarjeta ATI) funcione en una distribución Linux, está fuera del alcance de la experiencia de la mayoría. Desde luego fuera de mi alcance, reconozco humildemente.

La cosa, amiga/o "anónimo", es exactamente al revés de como la planteas: si mi sistema operativo fuera Linux, cualquier distribución, probablemente habría tenido que investigar en los foros hasta encontrar la marca y modelo de una tarjeta gráfica AGP con soporte completo en mi distribución concreta. Después, encontrar una tienda real o virtual donde la tuvieran en existencia, y finalmente adquirirla. ¿Cuánto tiempo? (recuerda que estaba sin poder trabajar) Lo dejo aquí.

Y es que son precisamente los problemas de la tarjeta gráfica los que han conseguido que dijera lo de "hasta aquí, ya he perdido suficiente tiempo" en mi prueba con Wubi.

Pero dije al inicio que iba a hablar de esta prueba.

Antes de nada, me vais a perdonar. Va a ser la primera vez que no incluyo gráfico alguno en mi post. ¿La razón? Es que me quedé sin poder utilizar el monitor después de muchas horas de trabajo y, con toda sinceridad, decidí que ya le había dedicado más horas de las que merece la cosa, y ahí terminó la prueba.

Ya sé: podía haber entrado en el menú inicial, configurar "a pedal" lo que alguno denominó "las X" (a estas alturas ya sé qué son: un archivo de texto que se modifica a mano, ¡cómo no!) y haber solucionado el problema, que estaba muy claro. Pero lo dicho: me daba una pereza horrible. Y otra cosa. Total, ¿para qué quiero un Sistema Operativo en el que no funciona mi tarjeta de tv, para el que no existe software de sincronización de la agenda y contactos de mi teléfono móvil, y hay tantas y tantas carencias de cosas que utilizo a diario sin problemas? Lo dejé, y va a ser difícil que vuelva a intentarlo, al menos en unos cuantos años.

Vamos al asunto.

Mi primer contacto con Wubi, fue con la versión que instalaba Ubuntu 7.10. Un desastre. La instalación se "colgaba" en momentos aleatorios, pero a base de mucha paciencia, conseguí disponer de Ubuntu 7.10 funcionando en mi máquina con "hardware" real... aunque no tardó demasiado en "colgarse". Y lo hizo en el momento menos oportuno: cuando estaba instalando actualizaciones. Me dejó el sistema en una situación en la que algunas actualizaciones no estaban ni instaladas ni pendientes de instalar, sino todo lo contrario.

Aún así, intenté continuar, pero era imposible. A veces, funcionaba durante una hora o más, pero otras quedaba "congelado" incluso en la ventana inicial, antes de que consiguiera introducir mi identificación de usuario y contraseña.

Tras unas horitas de investigación en los foros, descubrí la razón: ¡era la versión del kernel la que producía esos "cuelgues"! Leí un poco más, y me entró la risa floja, que es lo único que te puede suceder cuando alguien explica en cinco o seis páginas... ¡cómo compilar la última versión del kernel!

Primero pensé que esto sucedía como consecuencia de la forma poco ortodoxa de la instalación. Lo que sí sabía de cierto es que cuando instalé Ubuntu 7.10 "de verdad", en una partición física de mi disco duro, hacerlo desaparecer me costó reconstruir el "Master Boot Record". Y a eso sí que no estaba dispuesto. Total, que entre esto, y el problema con la tarjeta gráfica que describiré más adelante, lo dejé ahí.

Permitidme decir algo antes de continuar. He escrito que "...pensé que esto sucedía como consecuencia de la forma poco ortodoxa..." pero después recordé algo: cuando probé Ubuntu 7.10 en una partición "de verdad", me ocurrió exactamente lo mismo, me refiero a los "cuelgues". Entonces, (porque encontré una referencia a ello en la ayuda de Ubuntu) lo atribuí a mi conjunto de teclado y ratón inalámbrico marca Logitech. Así que, como es de justicia, debo pedir perdón humildemente a Logitech, aunque el motivo de la atribución de culpas no fue mío, sino de la ayuda de Ubuntu, que fue donde encontré esa "perla". No, no eran el ratón y teclado de Logitech que dejaban de funcionar, sino el kernel de Linux, que se quedaba "como un queso". Ahora lo sé.

Y pasó el tiempo. Un buen día, encontré en una revista técnica la noticia de que Ubuntu 8.04 vería la luz en abril, y que ya estaba disponible para su descarga la versión "Alpha 5". Y que una de las novedades consistía en que incluía la última versión del kernel.

Y como he dicho varias veces que no tengo remedio, me tentó probarla. Y seguí probando. La "Alpha 6". Luego, la "Beta". Y como en todas ellas me he encontrado los mismos problemas, me referiré únicamente a la última.

La primera sorpresa fue que el archivo ISO de la distribución incluía la última versión de Wubi. ¡Miel sobre hojuelas!

La instalación finalizó sin problemas, y me froté las manos. "¡Vaya! -me dije- esto es otra cosa". Claro que... todo estaba en inglés. Fácil. Mediante opciones de menú que no me fue difícil encontrar, conseguí que los menús aparecieran en castellano, y que el teclado tuviera también las teclas "en su sitio". Aunque, como nada es perfecto, Mozilla continuó hablándome en el idioma de Shakespeare, aunque OpenOffice sí estaba ahora traducido.

"Es una beta -me dije-. Paciencia".

Primer problema. Resulta que en mi máquina utilizo una IP fija. Lo hago porque el "router" tiene restringida a esa IP en concreto la posibilidad de modificar su configuración, entre otras razones.

Así que me fui a la opción "Red" del menú, e intenté cambiarlo. Todo perfecto... en apariencia. Porque,

  1. En ese instante, me quedé sin acceso a Internet.
  2. Cuando volví a entrar en la opción de configuración, advertí que todo seguía como antes, esto es, "dirección asignada mediante DHCP". Y, repito, no tenía conexión. Para conseguirla de nuevo, tenía que reiniciar la máquina.

"Es una beta -me dije-. Paciencia."

Pero me dio por trastear, y descubrí algo "peculiar": lamento no poder recordar cuales eran las tres opciones, y también siento que en mi frustración, cuando me cansé de darme de cabezazos contra Ubuntu, me "cargara" las imágenes que había capturado.

Una opción era evidentemente "IP fija". La otra "asignación mediante DHCP", y luego había otra. Bien, pues descubrí que si seleccionaba esta tercera opción y aceptaba seguía sin conexión, pero... ¡si inmediatamente después intentaba cambiar a "IP fija" todo funcionaba sin problemas!

"Es una beta -me dije-. Paciencia."

La prueba de fuego: configurar la tarjeta ATI. Sinceramente, me importa un bledo disponer de Compiz Fusion, y ver arrugarse o temblar las ventanas, y del famoso cubo ni hablo, lo he dicho en alguna ocasión. Pero es que cuando decidí gastar algo de tiempo en probar la siguiente versión de Ubuntu, fue más que nada por ver si se había solucionado el tema de los drivers.

Bien, la primera sorpresa fue que los "efectos de escritorio" aparecían configurados en nivel "medio", cosa que no pude conseguir con Ubuntu 7.10 después de dedicarle mucho trabajo, y eso me animó.

Pero había algo que no me gustaba excesivamente. Resulta que cuando se inició Ubuntu 8.04 beta por primera vez, la resolución estaba configurada en 1280x8.. (lo he olvidado) Y resulta que padezco de vista cansada desde los 35 años, (mis horas delante de un monitor, seguramente) Aún con mis gafas de trabajo, a esa resolución, el tipo de letra en mi monitor de 19" es demasiado pequeño, y me resulta muy trabajoso leer.

Así que me fui a configurar la resolución mediante la correspondiente opción de menú. 1024x768. Perfecto. Solo que... La siguiente vez que inicié el sistema, había vuelto a 1280x8.. Ahí fue cuando, después de perder (que no invertir) horas en los foros, aprendí a editar el famoso archivo de configuración "xorg", y volví a maravillarme de que alguien considere normal y hasta bueno tener que pasar por algo así. Así que de nuevo me entró la risa floja y decidí... poner el tipo de letra más grande, manteniendo la resolución que al parecer le gusta a Ubuntu 8.04.

"Es una beta -me dije-. Paciencia."

Pero estaba en lo de configurar la tarjeta gráfica. Bien. Con mi flamante Mozilla en inglés (también beta, por cierto), accedí a la página de ATI/AMD en busca de la última versión de Catalyst, y conseguí instalarla sin demasiado esfuerzo.

(No os anticipéis: de los "controladores restringidos" hablaré más adelante)

Una vez instalada, advertí algo que no me gustaba un pelo. Resulta que cuando cerraba las ventanas, cualquier ventana, quedaba en el escritorio una línea blanca vertical en el lugar en el que había estado el margen derecho de la susodicha ventana. Supuse que se debería a que había instalado los drivers, pero no había realizado una configuración "fina". De modo que abrí Catalyst, solo para descubrir que la configuración debía realizarla... ¿adivináis cómo? Por supuesto. ¡Mediante comandos de consola! Y había "la tira" de ellos, sin que en la mayor parte de los casos mis conocimientos me permitieran saber para qué rayos servían.

Nota al margen: confieso que, aún cuando la forma de configurar Catalyst en Windows es totalmente gráfica, me pierdo cuando habla de la "no sé qué anisotrópica". Pero al menos, me indica a las claras y "en roman paladino" cuales son las resoluciones y frecuencias admitidas por mi monitor, y me permite cambiarlas con un clic.

Bien, quedaba la posibilidad de los "controladores restringidos", alabada en foros e incluso una revista en la que encontré una comparativa entre varias distribuciones, una de ellas Ubuntu, y denostada por los puristas del software libre.

"Pues nada -me dije-, vamos a ello". Así que instalé (en mala hora) los susodichos, los activé, y se me solicitó que reiniciara.

El resultado fue que al reiniciar, durante el progreso de la carga de Ubuntu, llegó al punto de iniciar los gráficos, la pantalla del monitor quedó en negro perfecto, excepto un aviso que decía "OUT OF FREQUENCY". Para quién no entienda qué significa esto: las archifamosas "X" habían sido configuradas, sin mi intervención, a una frecuencia mayor que la admitida por mi monitor, que obviamente había dejado de funcionar.

Al llegar aquí, debo dar las gracias a Ubuntu. Al menos, no me j... el hardware del monitor. O puede que éste disponga de algún dispositivo de seguridad. O que configurar la placa a una frecuencia que no tolera no rompa nada. No lo sé, mis conocimientos no alcanzan a tanto.

Y aquí, como decía al principio, fue cuando decidí que la broma había llegado demasiado lejos.

Me he pasado el tiempo diciendo "es una beta, paciencia", pero aquí no lo digo. ¿Por qué? Porque esto mismito me sucedió con Ubuntu 7.10, versión final y estable.

Así que no es el "efecto beta", sino la incapacidad de Ubuntu/Linux para configurar automáticamente y de forma adecuada durante la instalación mi tarjeta ATI Radeon 9550, que es a lo que estoy (mal) acostumbrado. Bueno, realmente sí lo hizo, pero claro...

Lo siento, me había propuesto no hacer ninguna comparación odiosa. Cuando adquirí mi ATI 9550 ya estaba utilizando Windows Vista Ultimate con la placa anterior, y tenía activado "Aero". Me limité a pinchar la nueva placa, encendí el equipo, y todo siguió como hasta entonces, después de que Windows actualizara los controladores sin mi intervención.

¿Qué habría pensado si Windows Vista me hubiera hecho pasar un calvario similar, simplemente para que volviera a funcionar "Aero"? Pues a estas horas a lo mejor estaba escribiendo otro blog, en el que estaría acordándome de la parentela del que parió un Sistema Operativo solo apto para especialistas.

Y no diré más. Que cada quién saque sus propias conclusiones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, he llegado aquí a través de un comentario de meneame que, todo hay que decirlo, lo ponía para reise un poco de tus peripecias.

Pero yo quiero decir que me alegra ver cómo hay personas como yo (aunque creo que yo tengo conocimientos algo más avanzados) que muestran la realidad de linux desde el punto de vista de un usuario normal o avanzado y las aventuras que hay que pasar para disfrutar minimamente de tu ordenador.

Que esto no quiere decir que linux sea difícil, pero que para que un sistema llegue al público debe ser simplificado, pero que eso a la vez no signifique que sea un potro salvaje y se deje controlar, como configurar "las X", como tú las llamas ;), y que no pretendan hacer la vida "fácil" al usuario imponiendo lo que "alguien" supone que es fácil.

El mundo linux DEBE cambiar el chip.